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Publicado el : 20/07/2020 09:03:30
Categorías : Construcción , Decoración
Una de las máximas preocupaciones en la mayoría de los hogares es ahorrar más en la energía que se consume a diario. Vivir haciendo un uso más eficiente de los recursos no es una tarea sencilla, aunque gracias a la aplicación de diferentes consejos y el desarrollo de nuevos productos se puede conseguir.
Mantener una temperatura agradable en casa es una de las cuestiones que más gasto genera. Se puede invertir en ventanas de doble cristal, colocar aislantes en las puertas y seleccionar una temperatura media, entre otros, pero no siempre se alcanzan los objetivos esperados. Para complementar todos estos esfuerzos, las cortinas térmicas son un elemento muy sencillo y con un bajo coste que funciona como aislante del frío y del calor.
Como su propio nombre indica, las cortinas térmicas actúan como barrera para impedir que las altas o bajas temperaturas se cuelen en el interior del inmueble en verano e invierno, respectivamente. Están fabricadas con materiales específicos que funcionan como aislantes térmicos cuando se colocan sobre las ventanas o los balcones.
Este tipo de textiles tienen un doble efecto: por un lado, impiden que la temperatura que existe en el interior se escape por las aberturas y, por otra parte, se posicionan como un obstáculo que evitan la entrada de las temperaturas extremas del exterior. Además, al igual que las cortinas convencionales, este tipo también sirve para protegerse de los rayos del sol y para mantener la intimidad en el hogar.
Para cumplir con su cometido, las telas de las cortinas térmicas son mucho más gruesas que las normales, por lo que, como consecuencia de ello, su peso es mayor. Además, están conformadas por varias capas, cuyo número oscila entre 2 y 4. Gracias a este espesor se consigue que, al colgarlas, se formen pliegues para bloquear mejor la temperatura:
La capa que se puede ver en primer lugar suele estar hecha de cualquier material convencional, como por ejemplo lino, seda, algodón, etc. Sin embargo, tiene la particularidad de que el tejido tiene una densidad mayor que en el caso de los modelos convencionales.
La capa que se coloca en medio es habitual que esté fabricada con un material altamente resistente a la temperatura, como puede ser el fieltro, la espuma o el algodón grueso.
Respecto a la tercera capa, esta actúa como revestimiento que impide la entrada de luz.
En el caso de que la cortina térmica incluya una cuarta capa, normalmente sirve para proteger frente a la condensación que se forma en las ventanas por la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior.
Dentro de las cortinas térmicas también es interesante explicar el valor R y el valor U. El primero hace referencia a la capacidad aislante de un material, es decir, la resistencia para impedir que pase el calor o el frío. Por su parte, el valor U significa la conductividad térmica de un material.
Por otro lado, para que las cortinas aislantes cumplan su función correctamente es preciso que su tamaño sea mayor que el de la ventana o balcón donde se colocan. Asimismo, es recomendable que se ajusten lo máximo posible a los marcos, incluso con un velcro si fuera necesario, para conseguir una mayor efectividad. Si estos textiles cumplen con todos los requisitos, es posible reducir el porcentaje de calor o frío que entra por los cristales.
Aunque en ocasiones suele haber cierta confusión en relación con la respuesta a esta pregunta, lo cierto es que las cortinas térmicas son las mismas para todas las épocas del año. Es decir, una vez que se colocan en casa, cumplen su función independientemente de que sea verano o invierno.
No hay que olvidar que su principal objetivo es aislar la casa, no incrementar o reducir los grados. Su utilidad consiste en evitar que el ambiente exterior afecte al interior a través de una especie de barrera térmica.
Los materiales de estos elementos permiten aislar térmicamente un espacio, cualquiera que sea la temperatura del exterior. Sin embargo, en la época estival, también actúan como parapeto de los rayos del sol impidiendo que el calor traspase al interior. Por su parte, en invierno, se encargan de mantener la temperatura de la calefacción dentro de la vivienda.
Dado que las cortinas térmicas son las mismas tanto para el frío como para el calor, solo es necesario realizar una inversión, que normalmente suele ser asequible para todos los bolsillos. Esta se suele amortizar en poco tiempo, ya que se consigue reducir el consumo energético de un modo significativo. En invierno, se traduce en una rebaja de la factura de la calefacción en más del 40% y en verano es posible que el termómetro llegue a marcar hasta 7 grados menos.
Constituyen una medida de aislamiento térmico muy interesante que permite ahorrar energía en el hogar y mejorar la eficacia de las ventanas y los balcones.
Contribuyen a potenciar el confort en el interior de la casa, ya que la temperatura del ambiente se mantiene homogénea.
Son una solución relativamente económica para impedir que el frío entre en invierno y el calor en verano. Es posible encontrar algunos modelos desde 15 euros.
Se instalan del mismo modo que las cortinas convencionales, por lo que se pueden colgar en cuestión de minutos y sin ninguna complicación.
Además de actuar como barrera de la temperatura exterior, funcionan a la perfección para reducir los niveles de humedad. La condensación es uno de los principales problemas que surgen en invierno, pero con estas cortinas se pueden minimizar sus consecuencias.
En las tiendas especializadas se pueden encontrar multitud de modelos con diferentes colores y estampados para adaptarse a la perfección al estilo de la vivienda. No hay que olvidar que, aunque se trate de un elemento práctico, también debe cumplir con su cometido de decoración.
Aunque en menor medida, también se utilizan como aislante acústico para insonorizar las estancias de los ruidos que puedan llegar de la calle o de otros edificios. Aunque no se llega a bloquear el sonido externo totalmente, los habitantes de la casa estarán más tranquilos porque se reduce la sensación de molestias acústicas.
A pesar de su diferente composición, su mantenimiento y limpieza no dista demasiado de las cortinas normales. En función del tipo se pueden lavar a mano o en la lavadora, siempre siguiendo las instrucciones del fabricante.
Aunque en la vivienda se disponga de aire acondicionado y calefacción, las cortinas térmicas son un complemento para optimizar el uso de estos aparatos y conseguir un importante ahorro de energía.
A simple vista no existen demasiadas diferencias entre una cortina térmica y otra convencional, salvo por el grosor. En el caso de que las primeras no resulten demasiado estéticas para colocarlas en una habitación o un salón, es posible recurrir a otra solución igual de eficaz.
En el mercado también es posible encontrar forros térmicos que, en definitiva, es como una especie de capa que se coloca sobre las cortinas normales. De este modo, se puede poner únicamente durante los meses en que sea necesario contar con un aislamiento extra y durante el resto del año, dejar las cortinas originales.