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Publicado el : 23/09/2020 13:00:55
Categorías : Albañilería , Construcción
La aluminosis es una de las situaciones más graves que se pueden dar en el mundo de la construcción. Este problema fue muy conocido entre los años 1950 y 1980 como consecuencia de la utilización de un tipo de hormigón fabricado con cemento aluminoso que causó importantes daños en la estructura de multitud de edificios, sobre todo los que estaban ubicados en zonas con una climatología específica que agravaba el estado de los mismos.
Aunque en la actualidad está prohibido el uso de este material, es importante conocer el alcance de este perjuicio en las viviendas, los edificios o cualquier otro inmueble. Además de verse comprometida la firmeza de los elementos estructurales, en el peor de los casos puede producirse el derrumbe de la construcción.
La aluminosis es un problema que modifica las propiedades del hormigón, de tal manera que va perdiendo poco a poco su resistencia mecánica. Con el paso del tiempo, los edificios que sufren esta alteración se van deteriorando hasta que llega un momento en el que no es seguro habitarlos porque existe un alto riesgo de derrumbamiento.
Estos daños se localizan en aquellas construcciones donde se ha utilizado cemento aluminoso, un material defectuoso no apto para ser empleado fundamentalmente en las viguetas de los forjados ni, en general, en ningún tipo de obra donde entren en juego elementos estructurales.
El cemento aluminoso se fabrica con dos compuestos químicos (óxido de aluminio y caliza), los cuales se mezclan con agua y dan lugar a un compuesto altamente inestable. A diferencia, otros tipos de cementos que se emplean hoy en día están fabricados con arcillas y caliza que aportan una estabilidad total a los edificios.
No obstante, además del perjuicio que causa el conglomerante aluminoso, otro factor que agrava los casos de aluminosis es el clima. En concreto, la humedad ambiental, la lluvia y el calor son tres fenómenos atmosféricos que aceleran la pérdida de volumen de las estructuras, lo que se suma a la propia degradación de las construcciones, tanto nuevas como las ya afectadas. Por ello, en algunas zonas geográficas, las consecuencias fueron catastróficas como por ejemplo en el conocido estadio Vicente Calderón en Madrid.
El cemento aluminoso fue un material muy popular en la segunda mitad del siglo XX debido a la rapidez con la que se conseguía endurecer el hormigón. Esto permitía terminar las obras en un corto periodo de tiempo con el consiguiente ahorro en costes. Sin embargo, las consecuencias en las construcciones de edificios tuvieron un precio más alto de lo esperado a pesar de que este componente contaba con todos los permisos en vigor.
Actualmente se considera un componente muy resistente a corto plazo, sobre todo en ambientes tan agresivos como puede ser el entorno marino. También tiene la capacidad de aguantar las altas temperaturas y por ello, se suele emplear en carreteras, alcantarillados, depuradoras o zonas de vertidos industriales.
Como hemos comentado antes, el cemento aluminoso se utilizaba sobre todo en las viguetas que tenían que soportar la carga del edificio. Al entrar en contacto los componentes alcalinos con el aire se produce una reducción del pH. Este proceso da lugar a la corrosión y la pérdida de estabilidad de las estructuras, dos efectos que son aún más graves cuando el edificio está sometido a unas condiciones de humedad y temperatura elevada constantes.
Al modificarse las características iniciales de los materiales, la adherencia y la resistencia mecánica disminuyen de forma considerable y, al mismo tiempo, aumenta la porosidad. Por este motivo, no se puede utilizar cemento aluminoso bajo ningún concepto en la construcción de forjados.
Hoy en día es poco probable que las nuevas construcciones presenten un problema de aluminosis, pero en otras épocas, los principales daños eran:
Los síntomas más significativos que revelan la presencia de aluminosis en un edificio son:
Dado que es cierto que estos indicios pueden tener como causa otros motivos, como por ejemplo la humedad, la inspección visual siempre se debe complementar con un programa de inspecciones técnicas periódicas. De este modo se pueden analizar con sumo detalle todos los elementos de las estructuras.
Al igual que sucede con cualquier otro tipo de daño en una construcción, en este caso también es importante realizar una detección precoz para minimizar los efectos negativos de la aplicación de este cemento defectuoso. Los procedimientos que más se utilizan a la hora de certificar que existe aluminosis son:
Cada edificio afectado por aluminosis necesita una solución diferente en función de la gravedad del caso. En las situaciones más críticas, es decir, cuando los daños afectan a todas las zonas del inmueble, es necesario cambiar por completo los elementos dañados y construir una estructura nueva. Incluso en ciertas circunstancias, lo más recomendable es derribar el edificio totalmente.
En el supuesto de que la aluminosis esté perfectamente localizada, el proceso de rehabilitación es más sencillo. Por norma general, tan solo es preciso apuntalar de forma parcial las partes que estén más debilitadas. Posteriormente, se puede colocar una estructura metálica auxiliar para aportar una mayor seguridad.
Para elegir el tipo de reparación más eficaz es fundamental realizar un análisis exhaustivo previo. Antes de derribar un inmueble, se deben valorar otras opciones menos drásticas que ofrezcan excelentes resultados y no pongan en juego la habitabilidad del mismo. Sin embargo, en ciertas ocasiones, el coste económico que implican algunas soluciones deriva en que sea preferible la demolición y levantar una edificación nueva.