Pros y contras de los suelos radiantes

Publicado el : 21/02/2019 18:07:30
Categorías : Bricolaje , Hogar

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El suelo radiante es una opción al alza para solucionar el tema de la calefacción y climatización en las viviendas de nueva construcción o en aquellas donde se emprenden grandes reformas. Este sistema está basado en una red de tubos que se colocan debajo de la superficie y por los que circula agua caliente o fría según las necesidades de temperatura del espacio. Desde esta red que se mantiene oculta debajo del suelo, se irradia calor o frío a toda la casa.

Aunque ya hace tiempo que existe este tipo de instalación, a día de hoy se sigue considerando una alternativa muy novedosa. En muchas ocasiones se tiende a pensar que el suelo radiante es menos eficaz y más caro que los radiadores tradicionales, pero lejos de creencias populares, conviene valorar sus ventajas e inconvenientes para decidir si es la solución que mejor encaja con el confort que se quiera crear en el hogar.

Ventajas de los suelos radiantes

  • A simple vista, uno de los grandes pros de este sistema es que no necesita el montaje de ningún elemento para su funcionamiento. Así, la vivienda se mantiene libre de los típicos radiadores, respetando su estética original.
  • El confort que se consigue gracias al suelo radiante es innegable, ya que el calor o el frío se reparte de manera uniforme por todas las zonas. Además, a diferencia de otras opciones de calefacción, es posible disfrutar de un mayor bienestar en los pies.
  • El consumo que se necesita para funcionar es inferior en comparación con otros sistemas convencionales, oscilando entre un 10% y un 20% menos. Esto se debe a que los suelos radiantes son capaces de emitir calor sin necesidad de que el circuito del agua se encuentre a altas temperaturas, sino que con 45 grados máximo es más que suficiente.
  • La eficiencia también se consigue gracias a la menor cantidad de agua que circula por los tubos, ya que éstos suelen tener un diámetro reducido (entre 5 y 10 milímetros). Por lo tanto, también supone un ahorro en relación al agua que se necesita para calentar o enfriar una estancia.
  • A diferencia de los sistemas de calefacción tradicionales, los suelos radiantes ofrecen la posibilidad de elegir la opción de enfriamiento de la casa. A través de los mismos conductos, el agua que circula por los mismos es fría para bajar la temperatura del interior de la vivienda en verano.
  • Esta estructura no genera polvo, ni tampoco sequedad como sucede con otros medios de aclimatación.

Inconvenientes de los suelos radiantes

  • Obviamente, todos los beneficios que ofrece un suelo radiante implica de forma directa un precio más alto que en otros casos. Sin embargo, la inversión que se debe hacer en un principio para su instalación, a largo plazo se amortiza por el ahorro energético que implica. Dado que es preciso levantar el suelo para realizar el montaje, en la mayoría de las ocasiones se suelen aprovechar las obras o las nuevas construcciones para hacerlo.
  • A pesar de que el calor o el frío se distribuye por igual por todas las zonas de la vivienda, es preciso esperar bastante tiempo hasta llegar a este punto. Por ello, no está indicado para aquellas familias que apagan y encienden constantemente el sistema de calefacción o aire acondicionado.
  • Este sistema no es apto para todos los tipos de suelo, sino que antes de tomar una decisión hay que asegurarse de que el firme es lo suficientemente resistente a los cambios bruscos de temperatura. En este sentido, los materiales que más se recomiendan son la piedra, la cerámica y la madera para que no aparezca ningún problema.
  • Al igual que la calefacción por gas, los suelos radiantes implican una complejidad técnica, por lo que es necesario que la instalación y el mantenimiento corran a cargo de personal cualificado.
  • Un suelo de este tipo requiere determinados cuidados periódicos para que funcione de forma adecuada. Entre ellos se encuentran la limpieza y el reciclaje del agua debido a que en los tubos se van acumulando sustancias que pueden derivar en una obstrucción, impidiendo así que el agua fluya y reduciendo de forma considerable su rendimiento. 

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