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Publicado el : 03/01/2020 12:02:45
Categorías : Construcción , Decoración
La decoración de interiores ofrece infinitas posibilidades que se ajustan a la perfección a todos los gustos y necesidades que surgen en cualquier vivienda. Una de las opciones que nunca pasa de moda son las paredes y los techos de estuco. Se trata de una de las técnicas de pintura más tradicionales que presenta multitud de ventajas, tanto a nivel estético como de resistencia. Por ello, a pesar del paso de los años, continúa siendo un gran aliado del interiorismo.
El estuco es, en definitiva, un tipo de pintura, es decir, se trata de un recubrimiento para las paredes y los techos que está compuesto por yeso, cal, cemento, pigmentos naturales y arena de mármol. El resultado que se obtiene después de su aplicación es similar al aspecto del mármol, con el consiguiente embellecimiento en las superficies gracias a una textura suave, brillante y sumamente elegante.
Esta alternativa que en la actualidad es una de las más empleadas en los hogares, se lleva utilizando desde tiempos inmemoriales que se remontan a la antigua Grecia y Roma. En las épocas más antiguas, el estuco se utilizaba para sustituir al mármol y llegaba a constituir la base de multitud de esculturas, iglesias, templos, etc.
El proceso del estucado consiste, en primer lugar, en aplicar una capa muy fina. Antes de que se seque, se debe proceder a extender una segunda moviendo la espátula en diagonal. Una vez que se han secado estas dos capas, es el momento de añadir el estuco con una tonalidad diferente y formando manchas para obtener la estética característica. Por último, se aplica una cera, procurando hacerlo con movimientos circulares para conseguir un resultado más profesional.
Se trata además de un material altamente resistente que puede durar décadas sin necesitar ningún mantenimiento, lo que hace que sea un método más rentable para decorar las paredes de nuestro salón, habitación o baño. Se puede lavar cualquier mancha fácilmente con un paño y agua, sin preocuparnos de que se llegue a estropear el material.
1) Prepara la zona. Al igual que otros tipos de pinturas, antes de aplicar el estuco es necesario que la superficie esté preparada para obtener un resultado impecable. Así, se deben tapar todos los agujeros y/o grietas con masilla, y posteriormente lijar para conseguir que la pared o el techo quede liso por completo.
2) Aplicar una capa de imprimación. Tendrás que aplicar un producto imprimante antes de empezar con el estuco para dejar la superficie con un acabado más liso y evitar las imperfecciones. Puedes repetir la aplicación de imprimante si lo ves necesario.
3) Puede ser necesario utilizar una lija para la pared si no está lo suficientemente lisa. Puedes utilizar una lija de grano fino y lijar la pared con movimientos suaves.
4) Una vez la pared está lisa aplicamos la primera capa de estuco, que habremos mezclado con el color que hayamos escogido. Esta primera capa tendrá que ser fina y uniforme. Antes de que se seque, tendrás que aplicar una segunda capa, haciendo movimientos de arriba a abajo y en diagonal. Puedes añadir motas de pintura con ayuda de una espátula para dar otra estética a la pared.
5) Aplica una capa fina de cera con movimientos circulares para conseguir un bonito acabado.
Por último, además de las ventajas, también hay que destacar algunos inconvenientes. Entre ellos se encuentran la dificultad en la aplicación, lo que deriva en que sea necesaria la intervención de personal cualificado. Asimismo, como hemos comentado antes, la superficie debe estar bien preparada antes de aplicar el estuco. En este último caso, si la pared o el techo no están lo suficientemente uniformes, el resultado puede dejar mucho que desear.