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Publicado el : 06/08/2020 09:34:13
Categorías : Bricolaje , Hogar
Cualquier aparato de aire acondicionado utiliza un gas refrigerante durante su funcionamiento. Este componente se encarga de reducir o mantener la temperatura de un espacio en comparación con la del exterior a través de lo que se conoce como ciclo de refrigeración. Este proceso consiste en extraer calor de un punto y transmitirlo a otro después de pasar por una fase donde la temperatura es inferior.
Con el paso de los años, el tipo de gas que incorporan los aires acondicionados ha ido cambiando para amoldarse a las normativas vigentes en cada momento sobre medio ambiente. En la actualidad, se utilizan gases más eficientes que contribuyen a un mayor cuidado del entorno.
Como hemos comentado, por el circuito de un aparato de aire acondicionado discurren gases refrigerantes. Este elemento tiene una gran importancia a la hora de reducir la temperatura en una estancia y conseguir un ambiente agradable:
El aire acondicionado recibe el calor del exterior.
A través de una serie de procesos que tienen lugar dentro del propio aparato, el aire caliente pasa a un cuerpo con una temperatura inferior. En esta fase, el gas refrigerante es el elemento encargado de regular los grados.
Por último, el aire refrigerado se expulsa al interior del espacio con el objetivo de enfriar el ambiente.
Es importante saber que cada gas refrigerante tiene unas características específicas en relación con la temperatura, la presión y el volumen. Las particularidades de cada uno marcan la diferencia en cuanto a la capacidad que tienen para realizar la conversión térmica.
Los gases que se utilizaban en los inicios de los aires acondicionados se han ido sustituyendo de forma progresiva por otros más sostenibles con el entorno. Hoy en día, por norma general, todos los aparatos incorporan refrigerantes verdes, cuya denominación técnica es gases de bajo Potencial de Calentamiento Atmosférico (PCA).
No obstante, a partir del año 2022, estará prohibida la utilización de este tipo de gases más ecológicos, por lo que será necesario apostar por otros componentes 100% naturales. En este sentido, el amoniaco se presenta como una apuesta segura, encuadrándose dentro de la categoría de gases orgánicos. El futuro demanda un tipo de refrigerante que sea totalmente puro para poder reciclarse y reutilizarse de forma indefinida.
Dada la importancia que tiene el gas refrigerante para transformar el aire caliente en aire frío, es recomendable prestar atención a posibles deficiencias en su cantidad. En condiciones normales, este componente se va transformando del estado líquido a gas y viceversa, sin que sea necesario sustituirlo o recargarlo durante la vida útil del aparato.
Sin embargo, es posible que se produzca una falta de gas por diferentes motivos. Entre los más comunes se encuentran los fallos en la instalación, los daños en las tuberías o una carga inadecuada de fábrica en el sistema. Además de ello, el motivo que más se repite son las fugas de gas refrigerante, las cuales se pueden detectar prestando atención a los siguientes indicios:
Cuando el aire acondicionado enfría menos de lo habitual o directamente no expulsa aire frío. Suele ocurrir que el aparato vaya perdiendo eficiencia, por lo que cada vez va refrigerando menos.
Si la fuga de gas se alarga en el tiempo, es probable que el aire acondicionado no llegue a encenderse o se apague de forma automática después de ponerlo en marcha.
El goteo de la unidad interior también es un síntoma de que el sistema pierde gas. Esta es la consecuencia directa de la congelación que sufre esta pieza cuando tiene lugar este problema.
Del mismo modo, una fuga provoca igualmente que la tubería de cobre de la unidad exterior se congele.
Si se observa alguna de estas señales, lo más recomendable es contactar con una empresa especializada que se encargue de realizar las pruebas necesarias para determinar el origen del fallo. En la mayoría de las ocasiones, la carga del refrigerante no es suficiente para solventar el problema.