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Publicado el : 04/01/2022 14:47:17
Categorías : Cuidados del jardín , Trucos de jardinería
Debemos cuidar el césped en invierno para que llegue perfecto a la primavera.
Aunque durante los meses más fríos del año no es posible disfrutar plenamente del jardín, es crucial seguir dando un buen mantenimiento al césped en invierno. Normalmente, cuando las temperaturas comienzan a bajar, el cuidado de las zonas verdes queda relegado a un segundo plano debido a la dificultad del clima. Sin embargo, para que estén perfectas en primavera, es aconsejable aplicar algunos consejos para minimizar las consecuencias de la época invernal.
Es importante tener en cuenta que, en esta estación, la actividad del césped se reduce con el objetivo de sobrevivir hasta que vuelvan los días más cálidos. Esto se traduce en que este tipo de manto verde ralentiza su crecimiento y, por lo tanto, no necesita tantos cuidados, aunque ello no significa que se pueda abandonar por completo.
Uno de los consejos más importantes para cuidar el césped en invierno es dejarlo reposar, es decir, se debe evitar pisarlo en la medida de lo posible debido a su mayor fragilidad durante esta época. De este modo, no se causan daños que pueden originar efectos más graves cuando el verde vuelva a crecer.
Esto se debe a que, durante los meses más fríos, el suelo cuenta con un nivel de humedad superior. Si se pisotea en exceso, las hojas quedan pegadas al fango y, dado que no se pueden secar rápidamente, el deterioro es inminente.
Antes de que tengan lugar las primeras heladas del invierno es recomendable limpiar el césped. Esta tarea consiste en recoger las hojas, las ramas y otros restos que hayan caído durante el otoño y mantener el verde lo más despejado posible.
El objetivo es garantizar que recibe la luz suficiente y evitar que los anteriores deshechos se vayan descomponiendo en la tierra. Lejos de lo que se tiende a pensar, no constituye un abono natural, sino que provoca que el manto se pudra y que aparezcan hongos.
Durante el invierno es conveniente continuar cortando el césped, aunque siempre procurando que se mantenga en una altura de 4 o 5 centímetros. De este modo, se pueden proteger las raíces frente a las temperaturas gélidas. Además, es importante ir incrementando el tiempo entre una siega y otra, ya que las hojas irán creciendo más lentamente cuanto más se adentre el invierno.
Junto a ello, se debe tener en cuenta que cortar el césped cuando aún sufre las consecuencias de una helada está especialmente desaconsejado. Es preferible esperar a que esté seco por completo y elegir la franja del mediodía para evitar el desarrollo de hongos por la humedad.
Es importante tener en cuenta que, durante el invierno y aunque no llueva, el nivel de humedad en la tierra es mayor debido a las heladas y la escarcha que cae por las noches. Por ello, es necesario disminuir la frecuencia y la cantidad de agua con la que se riega el césped en los meses más fríos.
Si se trata de una época invernal atípica en la que no llueve ni las temperaturas bajan demasiado, es aconsejable regar una vez a la semana. Esta tarea se debe realizar preferentemente en las horas centrales del día para que el exceso de agua se pueda evaporar con el calor, evitando así que se pudra el verde.
Cuando el césped adopta un color amarillo puede deberse a diferentes factores: frío excesivo, falta de riego o abono insuficiente. Por lo tanto, para prevenir este problema en los dos últimos casos es necesario añadir agua y fertilizar la tierra al inicio del invierno con productos orgánicos que sean bajos en nitrógeno y sodio.
Aunque resulte extraño, la nieve es uno de los mejores aliados en el cuidado del césped en invierno. Si el verde está cubierto por un manto blanco es preferible mantenerlo, ya que actúa como barrera protectora frente a las heladas y el viento. Tan solo se debe evitar pisar la nieve para no causar daños en las hojas que se encuentran debajo.