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Publicado el : 19/08/2021 16:01:56
Categorías : Cuidados del jardín , Trucos de jardinería
Según el tipo de especie, el rosal en flor puede presentar diferentes colores que van desde el blanco hasta el rojo, pasando por el amarillo, el rosa o el anaranjado. Del mismo modo, cada clase necesita unos cuidados específicos que no suelen ser demasiado exigentes durante la época estival cuando se produce la floración en su máximo esplendor.
Aunque en primavera ya se pueden empezar a ver las primeras rosas, en verano tiene lugar un mayor crecimiento que se mantiene hasta el otoño. De hecho, se debe esperar a esta época del año para plantar nuevos rosales, ya que los cambios de temperatura propios de finales de septiembre y el mes de octubre son propicios para que las raíces se agarren con firmeza.
Como hemos comentado, la mejor época para comprar y plantar un rosal es el otoño. Durante estos meses, los viveros se llenan de una gran variedad de especies que si se adquieren con la raíz desnuda es necesario introducirlo en agua tan pronto como sea posible. De esta forma se evita que la planta se quede lacia antes de proceder a cultivarla y cubrir la base con tierra.
En otro caso, si el rosal se adquiere con cepellón significa que las raíces ya están cubiertas de tierra y protegidas con un tejido especial que se va descomponiendo después de plantarlo. En el supuesto de que los rosales vengan en una maceta es más sencillo conseguir que se desarrollen, ya que las raíces están bien fijadas en el recipiente.
El inicio del otoño es la mejor época para la plantación de los rosales. En este momento confluyen diferentes factores que propician un agarre correcto de las raíces y un adecuado crecimiento de la planta. El rosal se puede beneficiar del calor que aún está acumulado en el suelo después del verano, lo que le permite adaptarse al entorno antes de que comiencen a descender las temperaturas.
Además, el hecho de que se intercalen días de lluvia con otros soleados favorece el desarrollo de la planta, así como su fortalecimiento para aguantar los meses más fríos del año. En invierno, es especialmente importante proteger los rosales de las heladas, sobre todo la parte del tronco y la copa utilizando una tela con orificios. De este modo, al llegar la primavera es posible disfrutar de una floración intensa que se alarga hasta finales de septiembre aproximadamente.
El suelo es el emplazamiento perfecto para plantar rosales, siempre procurando que exista una cierta distancia entre unos y otros para evitar la rápida propagación de enfermedades. A grandes rasgos, es recomendable hacer un hoyo para cada planta que tenga un diámetro y una profundidad de 40 o 50 centímetros. Dentro del mismo, se debe añadir un abono de calidad y plantar los rosales. Se debe considerar que cuanto más grande sea el agujero, mejor se asentarán las raíces.
En cualquier caso, es preciso que el suelo sea permeable y cuente con las capas de tierra suficientes para crear un conjunto acolchado. Si se tiene la posibilidad de colocar los rosales cerca de la lavanda, esta última actúa como un potente protector natural frente a los pulgones y otros insectos. No obstante, se desaconseja ubicarlos al lado de otras plantas, ya que pueden afectar a su normal crecimiento.
En cuanto al clima, el lugar más adecuado para colocar un rosal debe ser soleado, aunque sin llegar a recibir los rayos de sol de forma directa y continuada. Asimismo, la zona tiene que estar bien aireada. Es conveniente evitar los espacios con mucha sombra, demasiado húmedos o con una sequedad excesiva.
El riego de los rosales se debe adaptar al momento en el que se encuentren dentro de su proceso de crecimiento. Cuando están recién plantados, es preciso añadir agua de forma abundante y con una mayor frecuencia. A medida que los rosales van creciendo y tomando forma se puede ir reduciendo el riego, al igual de lo que sucede a finales de verano.
En cualquier caso, es muy importante que la cantidad de agua sea considerable para que pueda alcanzar la profundidad total de las raíces. Es fundamental que el riego alcance siempre las capas más profundas del suelo, ya que, si el agua se queda solo en la superficie, los rosales crecerán débiles.
Para conseguir que los rosales crezcan fuertes y desplieguen una magnífica floración es necesario que cuenten con los nutrientes correctos desde el primer momento. El desarrollo de estas plantas demanda un gasto de energía importante, por lo que además de seguir las recomendaciones en cuanto al riego, es preciso incrementar la cantidad de fertilizantes especiales durante el tiempo en el que salen las flores, sobre todo entre junio y octubre.
Esto significa que se debe agregar abono o mantillo de forma regular, fundamentalmente en los rosales que se encuentran en cajoneras o macetas. De este modo no solo se favorece un óptimo desarrollo, sino que también se protege frente a las plagas y enfermedades. Se debe tener en cuenta que la planta no puede absorber los nutrientes si está seca, por lo que es fundamental regarla cuando se añaden estos productos.
Para conseguir un mejor crecimiento de los rosales es preciso podarlos cada año, preferentemente en la época de la primavera para que el corte no afecte a su desarrollo pleno. Este trabajo es obligatorio para propiciar el nacimiento de nuevos tallos en la planta y la aparición de más flores.
Para realizar la poda de forma adecuada es necesario cortar por la parte superior de las yemas que están mirando hacia fuera. También es importante talar muy cerca de esta zona, siempre utilizando unas tijeras específicas que estén perfectamente afiladas.
En verano, aunque no se trata de la tarea de podar como tal, es conveniente quitar las rosas que se van marchitando. Esta época del año coincide con el momento de máxima floración, por lo que se debe retirar cualquier obstáculo que impida la aparición de nuevas flores. En este caso tan solo es necesario cortar por el tallo a varios centímetros de la flor.
Por último, es recomendable tener en cuenta otros aspectos en el cuidado de los rosales: