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Publicado el : 23/11/2015 18:31:25
Categorías : Calefaccion , Construcción
La limpieza y el mantenimiento periódico de nuestra chimenea de leña o carbón es sumamente importante para el correcto funcionamiento de la misma. Siguiendo unas simples pautas podremos alcanzar el máximo rendimiento calefactor durante los meses de invierno. La limpieza y el deshollinado, tanto de la chimenea como de los tubos de extracción de humos, permiten conservar el tiro y asegurar el buen funcionamiento de nuestra chimenea.
Otros trabajo de mantenimiento, como sustituir periódicamente el cordón refractario de cierre de la puerta, evita que la chimenea pierda eficiencia al controlar la intensidad de la llama con mayor exactitud. En este artículo también les indicaremos cómo mantener el cristal de su chimenea limpio para disfrutar de la acogedora sensación que aporta la visión del fuego.
El tipo de madera y su estado de humedad repercute significativamente en la periodicidad de las operaciones de limpieza. El hollín que se acumula en el interior de los conductos de nuestra chimenea proviene, indudablemente, de la leña que quemamos durante el empleo de la misma. Seguir ciertos consejos en este ámbito nos ayudará a reducir el hollín y, lo que resulta aún más peligroso, la creosota. ¿Pero qué es exactamente la creosota? Pues bien, la creosota es un compuesto alquitranado que se acumula en los conductos de la chimenea al quemar maderas con un alto grado de humedad o maderas resinosas tales como el pino y las coníferas.
Si queremos evitar la acumulación de creosota en los conductos de nuestra chimenea debemos prescindir del uso de maderas resinosas o con un valor de humedad superior al 10%. También debemos descartar aquellas maderas que no hayan sido cortadas y almacenadas en lugar seco durante, al menos, un año. En el supuesto de una excesiva acumulación de creosota en los conductos de la chimenea, éstos podrían llegar a incendiarse.
Incendio provocado por la acumulación de creosota
Métodos químicos. Los deshollinadores químicos suelen emplearse tanto para limpiezas de mantenimiento como para limpiezas preventivas. Estos productos se componen de sustancias que ayudan a disolver el hollín, haciendo que éste se despegue de las tuberías, de tal modo que las partículas ligeras son expulsadas a través de la tubería y las partículas más pesadas caen dentro de la chimenea. Para su empleo basta con encender nuestra chimenea hasta que alcance una temperatura elevada y después añadir el deshollinador químico. Resulta aconsejable realizar esta operación todos los años, al término de la campaña de invierno, para dejar nuestra chimenea en perfectas condiciones de uso de cara a la próxima temporada. Métodos mecánicos. En el caso de tener grandes acumulaciones de hollín y creosota dentro de los conductos de salida de humos, lo idóneo sería llevar a cabo un deshollinado con cepillos extensibles.
Esta operación debe realizarse desde el tejado de la vivienda. En el mercado encontrará cepillos extensibles en diferentes versiones de tamaño, longitud y tipo de púa. A la hora de adquirir el cepillo apropiado parece obvio que lo más importante es fijarse en la longitud y el diámetro del mismo, quitándole importancia al tipo de púa. Al final la mayoría de usuarios terminan comprando simplemente el cepillo más económico, ignorando cuándo hay que usar un cepillo deshollinador con púas metálicas y cuándo uno con púas de fibra. En este artículo os explicaremos la diferencia entre ambos tipos de púas y en qué situaciones deben emplearse:
Cepillos deshollinadores de púas metálicas. Estos cepillos pueden emplearse en chimeneas realizadas con materiales de obra tales como ladrillos refractarios, tubos antiguos de gres y uralita y tubos de metal como el acero.
Cepillos deshollinadores con púas de fibra. Estos cepillos pueden emplearse en los conductos y tubos de chimenea citados anteriormente sin ningún problema pero tienen la particularidad de que los cepillos con púas de fibra deben ser usados, sin excepción alguna, para la limpieza de tuberías de acero inoxidable. El porqué es muy sencillo de explicar: si frotáramos una tubería de acero inoxidable con un cepillo de púas de acero, al quedar residuos de acero en su superficie, la tubería sufriría una contaminación. Dicha contaminación podría provocar picaduras en la tubería debido, como es lógico, al inevitable proceso de oxidación asociado al acero
Los cordones de amianto refractario instalados en las puertas de las chimeneas son fabricados con materiales blandos que, gracias a su composición, al dejar de presionarlos vuelven a su estado original. Estos cordones, debido a las altas temperaturas y a una presión constante de la puerta, suelen perder con el tiempo su capacidad para realizar un sellado hermético y terminan convirtiéndose en superficies planas por las que puede filtrarse el aire al interior de la chimenea. Los reguladores de tiro de la chimenea sirven para controlar la cantidad de aire necesaria para la combustión de la madera de tal modo que el estado en el que se encuentre el cordón refractario repercute directamente en el funcionamiento de dichos reguladores de tiro. Es decir, si el aire se cuela por la puerta debido a un deficiente sellado de la junta de estanqueidad perdemos la posibilidad de ajustar la intensidad de la llama a través de los reguladores de tiro de la chimenea.
Retirar el cordón antiguo. Retirar el cordón es muy sencillo ya que basta con tirar suavemente del cordón utilizando los dedos o bien empleando un alicate. A continuación debemos limpiar concienzudamente los restos antiguos de la masilla refractaria que mantenía pegado el cordón a la puerta. Para ello podemos ayudarnos de un destornillador, teniendo especial cuidado de no romper el cristal de la chimenea.
Instalación del cordón nuevo. Primero tenemos que saber cuál es el diámetro del cordón que necesitamos. Existen varios tipos, que van desde los Ø 6 milímetros a los Ø 14 milímetros. Es muy importante recordar que los cordones refractarios viejos están deformados y han perdido la capacidad de volver a su estado original. Por lo tanto, si nuestro cordón viejo mide Ø 8 milímetros tendremos que adquirir uno de Ø 10 milímetros para garantizar que la puerta cierre de un modo estanco. Estos cordones se venden en kits compuestos por varios metros de cordón y la masilla refractaria necesaria para su instalación que, por otra parte, es un procedimiento de lo más sencillo. Aplicaremos la masilla refractaria de un modo homogéneo en el canal donde estaba alojado el cordón antiguo.
Una vez aplicada la masilla procederemos al pegado del nuevo cordón refractario, comenzando por la parte central inferior de la puerta. Sería muy recomendable contar con la ayuda de otra persona mientras trabajamos para evitar que el cordón pueda despegarse durante el proceso de instalación. En ningún caso estiraremos el cordón durante su aplicación ya que si lo estiramos reduciremos su diámetro, es más, intentaremos que quede comprimido.
Una vez pegado cuidadosamente el cordón alrededor del contorno de la puerta procederemos a cortarlo a medida y a realizar el empalme final en la parte central inferior de la puerta. El último paso será cerrar la puerta de la chimenea para que todo asiente correctamente durante el secado de la masilla refractaria. Transcurridas 24 horas nuestra chimenea estará lista de nuevo para su disfrute.
Para esta tarea lo mejor es no complicarnos la vida intentando limpiar los residuos de hollín con los productos de limpieza que empleamos habitualmente en casa. Es preferible adquirir productos específicos para cristales de chimeneas que resultan económicos a la par que efectivos. Existen distintos formatos, tanto líquidos como en forma de gel o espuma. A ser posible, emplearemos un limpiador en gel o espuma porque los limpiadores líquidos gotean por el cristal y dificultan la limpieza.
La instalación de una chimenea requiere de una inversión considerable de dinero. Sin embargo el coste para un adecuado mantenimiento de la misma no resulta tan elevado, siendo una tarea sencilla que podemos realizar nosotros mismos justo antes de la llegada del invierno.