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Publicado el : 30/11/2015 18:49:37
Categorías : Calefaccion , Construcción
El deshollinado de las chimeneas suele llevarse a cabo cuando surge un problema de tiro o algún tipo de atasco que nos impide seguir disfrutando de nuestro hogar, caldera o chimenea. La necesidad de desatascar los conductos de extracción de humos se presenta de forma mayoritaria en aquellos domicilios particulares que disponen de chimeneas o calderas de madera, pellets y carbón.
Las chimeneas domésticas suelen disponer de tuberías de extracción de humos de entre 80 y 200 milímetros de diámetro, siendo las tuberías de entre 80 y 150 milímetros las más propensas a presentar atascos. Por el contrario, las instalaciones comunitarias que emplean gas natural, gasoil y biocombustibles como el pellet disponen de tuberías de gran diámetro que previenen los problemas de tiro y atascos, por lo que difícilmente presentarán esta situación.
Si lo enfocamos desde el punto de vista del combustible empleado, el mayor responsable de los atascos es la utilización de madera húmeda. Debemos recordar que la madera con un alto grado de humedad genera muchas condensaciones, haciendo que el interior de nuestra chimenea permanezca húmedo.
La consecuencia es que, al encenderla, todas las partículas de humo y hollín se quedan pegadas a las paredes hasta formar una capa de gran espesor y aspecto alquitranado que se denomina “creosota”. La acumulación de creosota va reduciendo paulatinamente el tiro de nuestra chimenea de modo que cada vez resulte más difícil encenderla y que no expulse el humo al exterior correctamente. En casos graves la creosota puede llegar a arder, incendiando el interior de nuestra chimenea.
El deshollinado de una chimenea debe realizarse desde el exterior de la vivienda y con la puerta de la chimenea o caldera cerrada. Una vez en el tejado y empleando siempre algún elemento de seguridad, tipo arnés o cinturón de posicionamiento, retiraremos el sombrerete o tapa que corona nuestra chimenea para tener acceso directo al conducto de salida de humos. Hace años era muy difícil encontrar cepillos deshollinadores conectables, por lo que se solía emplear un tubo metálico de la mayor longitud posible con una bola de alambre en su extremo que hacía las veces de cepillo. Este método resultaba poco eficaz y además se corría el riesgo de que la bola de alambre se soltara del perfil y se quedara atascada dentro del conducto, siendo muy difícil su extracción.
Hoy en día, debido a los altos precios tanto del gasoil como del gas natural, resulta cada vez más frecuente el empleo de sistemas de calefacción alternativos tales como las chimeneas y calderas de madera, pellets y carbón. El incremento en la demanda por parte de los consumidores de este tipo de chimeneas y calderas hace que cada vez resulte más fácil encontrar en el mercado una mayor variedad de cepillos deshollinadores. No obstante tenemos que saber qué cepillo adquirir y cómo proceder al deshollinado de nuestra chimenea:
Consejo 1. Antes de comprar ningún cepillo tenemos que saber exactamente qué diámetro tiene el tubo de nuestra chimenea. En el caso de las estufas donde el tubo queda a la vista es muy sencillo, basta con medir el tubo directamente. Sin embargo, en el caso de las chimeneas con revestimiento la única opción que nos queda es subir al tejado y comprobar las dimensiones del tubo allí mismo. También podríamos consultar al fabricante o distribuidor sobre qué salida de tubo tiene la chimenea adquirida pero esta opción puede presentar algún que otro inconveniente: es posible que durante la instalación de la chimenea se haya empleado alguna reducción y el tubo de salida de humos finalmente quede más estrecho que la boca de la chimenea. Por lo tanto, siempre será más fiable subir al tejado y comprobar las dimensiones del tubo “in situ”.
Consejo 2. Si nuestra chimenea es de tubería de acero o de obra como, por ejemplo, tubos antiguos de Uralita o gres o incluso una chimenea de obra cuadrada en casas muy antiguas podemos emplear cualquier tipo de cepillo deshollinador independientemente de si sus púas son de fibra o de metal. Para este tipo de chimeneas se recomienda el uso de cepillos deshollinadores de metal ya que su acción es más fuerte y rápida. Ahora bien, si la tubería para la salida de humos instalada en nuestra vivienda es de acero inoxidable Aisi 304 o Aisi 316 tenemos que emplear cepillos de fibra. Si rascamos el tubo de acero inoxidable con un utensilio de acero normal, las partículas de hierro quedan adheridas al acero inoxidable de formapermanente. Con el paso del tiempo, el proceso oxidativo asociado al hierro hará que estas partículas terminen por corroer y picar nuestra chimenea.
Consejo 3. El estado de nuestra chimenea es muy importante pero debemos concienciarnos de que, a la hora de llevar a cabo las imprescindibles tareas de limpieza, más importante aún ha de ser la forma en la que trabajamos. Para salvaguardar su integridad física emplee siempre escaleras resistentes y de una longitud adecuada así como dispositivos de seguridad para evitar caídas del tejado como por ejemplo un arnés con una linea de vida. Por último, pero no por ello menos importante, evite realizar esta tarea con la ropa de los domingos… utilice a ser posible un buzo de plástico desechable, guantes, gafas y mascarilla de protección.
Una limpieza rutinaria de su chimenea evitará el riesgo de sufrir severas acumulaciones de creosota en su chimenea y ayudando a que su chimenea funcione de un modo más eficiente. Combine estas limpiezas con cepillos y deshollinadores químicos para una acción completa.