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Publicado el : 26/01/2022 13:42:24
Categorías : Bricolaje , Trucos de bricolaje
Para que la calefacción funcione de forma correcta durante los meses más fríos del año es necesario vigilar el sistema cada cierto tiempo. Uno de los problemas más comunes es la acumulación de aire en los conductos, lo que provoca que los radiadores no emitan la intensidad de calor que deberían.
Para solucionar este problema, siempre ha sido necesario purgar estos aparatos de manera manual. Sin embargo, los avances han dado paso a que cada vez sea más habitual encontrar purgadores automáticos en las viviendas.
La entrada de aire en el circuito cerrado de calefacción suele tener lugar, sobre todo, durante los meses de verano cuando los radiadores no se utilizan. No obstante, esta acumulación también puede producirse en el caso de las instalaciones muy antiguas o que presenten algún fallo, lo que origina que el aire se filtre por los poros de las tuberías o por las juntas.
Cada vez que la instalación se llena de agua para conseguir que los radiadores emitan calor es normal que se introduzca una pequeña cantidad de aire, ya sea totalmente diluido en el fluido o en forma de burbujas. Esto no suele originar demasiados problemas si se purga el sistema antes de la puesta en marcha de la calefacción, pero en el caso de que exista una gran cantidad de gases acumulados puede derivar en graves daños.
Además de causar ruidos molestos cuando el sistema está encendido, si no se elimina el aire del mismo también puede aparecer corrosión en los conductos. Además, es posible que se formen bolsas que impiden que el agua circule de forma adecuada por los radiadores, lo que resta eficiencia en la emisión de calor, o que se produzca la cavitación en las bombas de circulación, provocando una erosión prematura de la instalación.
El único modo de evitar que surjan las consecuencias negativas por acumulación de aire es utilizar los sistemas de purgado que incorporan los circuitos para vaciar el exceso. Las válvulas de purga, ya sean manuales o automáticas, son un dispositivo que se coloca en la parte superior de los radiadores.
Por norma general, en las instalaciones de calefacción se suelen combinar purgadores de ambos tipos, cada uno en diferentes ubicaciones. Así, es bastante habitual encontrar automáticos en las posiciones de ida y vuelta del sistema, teniendo en cuenta que se sitúan en la parte más elevada de la red, ya que es donde se concentra una mayor cantidad de aire. Asimismo, debe estar colocado en una zona totalmente accesible para asegurar su mantenimiento.
Como su propio nombre indica, los purgadores automáticos se encargan por sí mismos de mantener a raya las filtraciones de aire, sin que sea necesario estar pendientes de realizar ninguna acción. Para ello, estos componentes deben estar en posición vertical con el tapón abierto.
El funcionamiento de los purgadores automáticos consiste en un flotador que baja cuando detecta que existe aire en el interior. De este modo, se abre el obturador para expulsar los gases sin que se escape nada de fluido. En los supuestos en los que la cantidad de aire es excesiva, existe la posibilidad de complementar estos dispositivos con una válvula que vaya conectada a un desagüe para facilitar el purgado.
De esta forma tan sencilla se puede mantener el sistema de climatización en unas condiciones de seguridad y eficiencia óptimas. No obstante, se debe tener en cuenta que la presión del circuito suele bajar después de purgar los radiadores manual o automáticamente. En este caso, es necesario mover la llave de llenado de agua para que el nivel vuelva a posicionarse en torno a 1,5 bares.
Entre los principales tipos de purgadores automáticos se encuentran los siguientes:
De boya: son los modelos más utilizados y básicamente consisten en una boya flotante sobre el agua. Cuando se acumula aire, este elemento desciende de su posición normal para que el purgador se abra de forma automática. De este modo, se expulsa el aire sobrante y el circuito se vuelve a llenar de agua, lo que provoca que la boya vuelva a subir y el radiador se cierre de nuevo.
De membranas de cartón prensado: este tipo de purgador automático funciona gracias a la naturaleza del material. En el caso de que se genere una bolsa de aire dentro del radiador, la misma pasa a través de las membranas que están secas. Una vez que se ha eliminado y el agua asciende otra vez, este elemento se vuelve a mojar, lo que incrementa su volumen y permite que se cierre el sistema.
Mixtos: esta modalidad combina el sistema de boya con el de membranas de cartón prensado. Así, se consigue un doble purgador en uno que ofrece una mayor seguridad y eficiencia.
El proceso para sustituir un purgador manual por otro automático es muy sencillo. Para ello, tan solo hay que comprar un accesorio de este tipo en una tienda especializada en bricolaje y seguir algunos pasos:
En primer lugar, es necesario cerrar la llave del radiador para apagarlo. Asimismo, se debe purgar el mismo para quitarle presión hasta que deje de salir todo el aire y el agua.
A continuación, hay que aflojar por completo el tornillo que sujeta el purgador manual utilizando una llave inglesa.
Una vez que se ha retirado el antiguo, es momento de colocar el nuevo purgador automático asegurándose que la salida de aire (el tapón pequeño) está hacia arriba.
Por último, es preciso abrir de nuevo el radiador para que comience a emitir calor. Asimismo, se debe comprobar si ha bajado la presión para subir el nivel de los bares si fuera necesario.
Cuando todo el conjunto está a punto después de colocar el nuevo purgador automático, solo queda disfrutar de un ambiente cálido en casa. Ya no es necesario estar pendiente del purgado porque el aire se expulsará sin ninguna intervención manual.
Por norma general, los purgadores automáticos no necesitan unos cuidados específicos para funcionar de forma correcta, así como tampoco una manipulación por parte de los inquilinos de la vivienda. No obstante, se debe tener en cuenta que estos elementos son susceptibles de presentar algunos problemas que interfieren en su marcha habitual y que incluso pueden llegar a provocar algunos daños.
En el caso de que la caldera emita un sonido extraño y muy fuerte cuando la calefacción está encendida, es recomendable revisar los purgadores de todos los radiadores para comprobar que están eliminando el exceso de aire de forma adecuada. La misma verificación se debe realizar cuando se produce una pérdida de agua inusual en los calefactores.
Lo más habitual es que estos inconvenientes aparezcan después de una serie de años, ya que a medida que pasa el tiempo, los purgadores van perdiendo estanqueidad y dejan de funcionar con normalidad. En estos casos, es conveniente sustituirlos por otros nuevos para evitar que el sistema se quede fuera de servicio por completo, con el consiguiente perjuicio que ello origina en un hogar durante los meses más fríos del año.