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Publicado el : 21/07/2021 10:33:43
Categorías : Construcción , Decoración
En la actualidad, los suelos porcelánicos son una de las opciones más demandadas en el ámbito de la decoración de interiores. A la hora de elegir el tipo de pavimento para una casa u oficina es importante conocer las características de este material y las múltiples ventajas que ofrece en relación con la calidad, la resistencia y la originalidad.
La base de los suelos porcelánicos es el gres tradicional, aunque en el primer caso se emplea una arcilla más fina que se somete a un proceso de fabricación con mayor temperatura y presión. De este modo, la porcelana que resulta es más compacta, presenta una estabilidad y resistencia incomparables, y es casi impermeable gracias a su reducida porosidad.
Por este motivo, es la alternativa idónea para revestir suelos tanto interiores como exteriores, así como fachadas y paredes. No obstante, está especialmente indicado en las superficies que tienen un gran tránsito gracias a su alta durabilidad, aunque también es la solución perfecta para las estancias de la casa donde se produce un mayor trasiego y es más probable que se caigan objetos de gran peso al suelo, como por ejemplo la cocina.
Este producto está disponible en una gran variedad de diseños. Además de presentar distintos colores, formas y acabados, es posible asimismo encontrar este material como imitación de otros naturales, como la madera o el mármol, para adaptarse a todos los estilos.
A diferencia del gres convencional, los suelos porcelánicos tienen un precio más alto como consecuencia de su mayor resistencia y durabilidad. A grandes rasgos, el coste de la versión renovada de este material suele oscilar entre 20 y 80 euros cada metro cuadrado, aunque varía según la calidad, el formato y el fabricante.
Otra gran ventaja de este tipo de pavimentos es el reducido número de cuidados que necesitan. Conseguir que el suelo luzca como el primer día es muy sencillo, ya que se puede utilizar cualquier producto para limpiarlo. No obstante, se recomienda evitar líquidos demasiado agresivos para no dañar el material.
Los cuidados se centran básicamente en eliminar el polvo con una aspiradora o un cepillo, y posteriormente pasar una fregona con agua y jabón neutro. Dado que los suelos porcelánicos son antideslizantes y tienen una reducida porosidad, es aconsejable no aplicar productos que contengan aceites o ceras, ya que pueden eliminar estas propiedades y convertir el revestimiento en un espacio resbaladizo, con el consiguiente peligro que ello supone.