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Publicado el : 21/05/2021 16:50:47
Categorías : Cuidados del jardín , Trucos de jardinería
La jardinería es una de las actividades que más beneficios reporta para el bienestar personal y el entorno privado. Cuidar de las plantas es una tarea tremendamente satisfactoria, aunque cuando van pasando las semanas sin notar ningún signo de crecimiento, es normal preocuparse.
Todas las especies necesitan una serie de cuidados para que se desarrollen de forma adecuada. Sin embargo, debido a diferentes causas es posible que no crezcan o que lo hagan a un ritmo más bajo de lo que se considera habitual. En cualquier caso, es recomendable identificar el problema y no tener prisas después de plantar cualquier semilla, ya que cada cultivo tiene un ritmo diferente.
Cuando una planta deja de crecer, uno de los primeros aspectos que se deben tener en cuenta es la edad que tiene. Si es demasiado joven o muy antigua es posible que tenga un crecimiento ralentizado, casi imperceptible, aunque ello depende de cada variedad. En algunos casos, pueden pasar años hasta que la especie comienza a florecer.
Al contrario de lo que sucede con las plantas que están sembradas en el suelo en el exterior, las que se colocan dentro de una maceta suelen parar su crecimiento como consecuencia de la falta de espacio. Para conseguir que se sigan desarrollando sin ningún obstáculo, se debe probar a cambiarlas a otro recipiente más grande cada uno o dos años aproximadamente y añadir sustrato nuevo.
Tanto la escasez como el exceso de agua en las plantas puede originar que no se desarrollen de forma adecuada. Cada especie tiene unas necesidades particulares respecto a la cantidad y frecuencia del riego, por lo que es importante informarse previamente y tener en cuenta la época del año para procurarle el agua exacta que necesita.
Además, si se riega demasiado, las raíces terminan pudriéndose con total probabilidad y es bastante común que aparezcan hongos o moho en la tierra. En el caso de que falte agua, la planta se marchita porque no existen nutrientes para absorber y continuar manteniéndose fuerte.
En cualquier supuesto, es fundamental que la tierra de la maceta presente un drenaje adecuado. En caso contrario, el agua que sobra se acumula en la tierra llegando a encharcar la planta.
Las múltiples plagas y enfermedades que pueden atacar a una planta también son las responsables de que la misma no crezca como debería o que incluso llegue a morir. Por ello, es importante prestar atención a cualquier insecto o parásito que aparezca en las hojas o las flores (arañas, pulgones, cochinillas, hongos, etc.).
El abono es uno de los componentes más importantes para las plantas, ya que constituye el principal alimento para que consigan desarrollarse sin problemas. Además de utilizar una tierra de buena calidad cuando se siembran las semillas, es imprescindible renovarla cada cierto tiempo y añadir abono orgánico para que la especie se mantenga fuerte absorbiendo los nutrientes necesarios.
Otra de las posibles razones por las que no crecen las plantas es la exposición a una temperatura inadecuada para el tipo de especie. Si se trata de una maceta de interior, es aconsejable que el ambiente no supere los 15 grados. En el resto de casos suele ser necesario protegerlas del frío y las heladas, así como de los fuertes vientos.
Una de las mejores soluciones para revivir una planta suele ser siempre colocarla en un lugar donde reciba luz natural. Si la iluminación es insuficiente, las distintas especies no pueden realizar sus funciones básicas para crecer, lo que se traduce en una ausencia de flores o en que se marchiten de forma prematura.
Al igual que cualquier otro ser vivo, con el paso del tiempo, las plantas se acostumbran al entorno en el que se encuentran. Por ello, no es conveniente cambiarlas constantemente de sitio. Esta práctica puede originar estrés y que su crecimiento se paralice de forma indefinida.